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El Monumental edificio del Club La Concha |
Tomado de el Libro de Cuba. Publicaciones Unidas. SA. 1953.
EL pueblo cubano ha manifestado su interés y vocación por el mar, de muy variado modo: uno de ellos, el gusto por los deportes marítimos. Cierto es que, por otro lado, ha sido remiso al trabajo de explotación de las riquezas marítimas, del mismo modo que ha casi omitido una labor definitiva en pro de la organización de una marina mercante idónea, y aun de una simple flota pesquera dotada de suficientes medios materiales y técnicos para la pesca de altura.
Pero, de todos modos, el cubano gusta del mar, y particularmente de solazarse con los deportes que el mar propicia, o simplemente de divertirse o distraerse con el fresco, arenas y tibias aguas de las playas.
Así se explica que las playas hayan tenido siempre el favor del público, sobre todo en los meses de veraneo. Y este favor no data de tiempos recientes, como pudiera inferirse del auge que hoy disfrutan los deportes y los deportistas relacionados con el mar (yatistas, nadadores, remeros, esquiadores de agua, etc.), sino que igual delectación con las aguas salobres, pero tibias y claras de nuestras playas, mostraron los cubanos desde tiempos lejanos, para recordar algunos de los cuales nos limita remos a citar los del comienzo de la República.